jueves, 21 de octubre de 2010

El Hombre Sin Rostro

Hoy me he despertado consternada. Todo el día de ayer y hasta en mis sueños sentí tristeza por la noticia que leí en el periódico Primera Hora. Un joven de tan sólo 25 años, Dallas Wiens, espera por un trasplante de rostro. Sí eso mismo, un trasplante de rostro. El chico no tiene ojos, no tiene nariz, su boca se observa en la foto que tuvieron que hacerla, porque tampoco hubiera tenido boca para alimentarse. También se observa en la foto que le hicieron un roto en la tráquea para alimentarlo. ¿Qué le provoco eso? Un accidente terrible y fatal.

Dallas, se quemó con un cable de alta tensión que impactó su rostro en el 2008 desfigurándolo por completo. Estuvo en coma por tres meses y luego despertó estando seis meses más internado. Tuvieron que ponerle piel de la espalda en su rostro. Ha sido sometido a más de 24 operaciones. No recuerda cómo pasó el accidente, pero ¡Está vivo! No sé si es un milagro, no sé lo que Dios nos quiere decir con esto, pero me pongo a pensar en él. En su frustración de no poder ver como lo hacía antes. No se puede mirar el mismo al espejo o mirar a sus familiares. No puede oler nada. No sabe si las flores que quizás le hayan traído huelen rico. No tiene rostro.

Al ver su foto y leer su noticia me comencé a preguntar: ¿cómo expresa sus sentimientos, cómo llora? Sí porque al llorar se libera, salen las lagrimas de los ojos, corren por las mejillas hasta que las secas tu mismo. Pero, este joven no puede sentir eso. No sé si tiene novia o esposa, si sus familiares están con él, si sus amigos continúan visitándolo. Es triste, triste. Echa de menos su cara y su sentido de olfato dice Dallas en la entrevista que le hicieron. Es el tercero en los Estados Unidos en la lista de espera para el trasplante de rostro. Me imagino las sensaciones de impacto, de frustración al despertar y que le contaran lo que había ocurrido, horrible. Imagino que lo más difícil para los médicos y su familia fue y es la comunicación con Dallas. No poder saber o poder ver en su rostro su tristeza, su dolor, su esperanza, su frustración, su alegría. Eso no se puede ver en el rostro de Dallas.

Su única esperanza ahora es el trasplante de rostro que esperan le puedan hacer. Todavía falta hacerle unas pruebas más y lo más importante que llegue el donante de rostro. Para Dallas su meta es tener un trasplante de rostro con ojos, nariz y boca. Sencillo, poder ver nuevamente, ver el día con el sol, ver las nubes, ver los campos (lo que nos queda de ellos), verse el mismo. Oler, oler la comida y poder decir no me gusta como huele eso, oler las flores, oler, simplemente oler. Hablar, expresarse, gritar y junto con la vista llorar de felicidad porque tiene un rostro nuevo. En fin, continuar su renacimiento con un rostro en el que pueda verse el mismo y que los demás puedan ver y sentir de él lo que su alma expresa.

Su proceso definitivamente no ha sido fácil, y yo pensaba que el mío era difícil, pero al leer esta noticia, siento que soy millonaria, mejor dicho trillonaria. Estamos tan ajetreados en nuestras vidas que no nos percatamos de las cosas sencillas y que siempre han estado con nosotros. El poder de tener la vista, ver la playa, los campos, los parques y tan solo decir: ¡qué bonito y estoy aquí! El poder oler, olerte a ti mismo, a tu pareja, a tu familia, oler el perfume que te echas en el cuerpo, oler el día y la noche, oler la comida, oler la vida! Comer con tu boca lo que deseas, saborearlo, disfrutarlo. Hablar, gritar, expresarte, decir Te amo Mamá, Te amo Papá, Te amo mi Hermana, Te amo mi Hermano, Te amo Mi Amor, Amo a mis amigos, Amo la vida! Besar, besar a tu familia, a tu pareja, a tus hijos, a tus amigos y Besarte a ti mismo.

Lo que si he podido sentir a través de la noticia y de las fotos que he visto es su fe. La fe que emana de él para continuar en la lucha diaria. La fe que él tiene y que tienen los médicos para volver a darle un rostro a Dallas.

Creo en los milagros y este es uno de ellos que se cumplirá cuando finalice la operación triunfal y Dallas tenga un nuevo rostro, un rostro de él, un rostro para expresarle al mundo esta etapa de su vida que le ha tocado vivir.

Vivir, seguiremos viviendo, Dallas en su lugar y yo en el mío, sin él conocerme, pero yo habiendo conocido un pedacito de él.